Un señor fallece viudo, sin descendientes ni ascendientes, y deja un testamento en el que nombra como único y universal heredero a quien le haya cuidado personalmente durante los últimos años de su vida. Designa como albacea a un amigo, otorgándole la facultad de determinar quién ha sido esa persona. Los hermanos del testador consultan sobre la validez de esta cláusula y la facultad otorgada al albacea, cuestionando si infringe el principio del artículo 670 del Código Civil, que establece que el testamento es un acto personalísimo y no puede dejarse su formación, en todo ni en parte, al arbitrio de un tercero. Art. 670 CC: “El testamento es un acto personalísimo: no podrá dejarse su formación, en todo ni en parte, al arbitrio de un tercero, ni hacerse por medio de comisario o mandatario. Tampoco podrá dejarse al arbitrio de un tercero la subsistencia del nombramiento de herederos o legatarios, ni la designación de las porciones en que hayan de suceder cuando sean instituidos nominalmente”.
RE:
Consideramos que este principio no se infringe y que es válida la designación de un heredero de la manera establecida por el testador, ya que su voluntad es la ley máxima en la sucesión, siempre que no se vulneren las legítimas, lo cual no ocurre en este caso, según los artículos 750 y 772 del Código Civil. La determinación de esta persona por el albacea es válida, ya que este no designa al heredero, sino que se limita a identificar quién cuidó al testador, conforme a sus instrucciones.
